Cuando el cabello de Arnaud fue agarrado con vehemencia y lo arrojó contra la pared, no se dio cuenta de lo que le estaba pasando. "¡Niña sucia!" ¡Me parecía que las cosas no iban bien contigo! ¡Siempre lo dije! Insultó a Fernand, dándole patadas a golpes.
Cuando el cabello de Arnaud fue agarrado con vehemencia y lo arrojó contra la pared, no se dio cuenta de lo que le estaba pasando. "¡Niña sucia!" ¡Me parecía que las cosas no iban bien contigo! ¡Siempre lo dije! Insultó a Fernand, dándole patadas a golpes.
Simon encendió el cronómetro y quedó horrorizado por la mirada de este padre, inyectada en sangre y llena de una enemistad indescriptible. Un rayo pareció salir de sus ojos como si estuviera poseído por el maligno.
Se asustó y huyó pidiendo auxilio, pero nadie lo escuchó, mientras Arnaud acusaba los golpes, sin siquiera sentirlos. Con la cabeza hacia abajo contempló esta encantadora figura alejándose, sus piernas, este cuerpo que tanto anhelaba, sus manos, este amor y todas las esperanzas que se habían destinado, huir como el futuro les prometía la luna.
Se tragó las lágrimas, dio una patada final en el estómago que le dejó sin aliento, antes de intentar escapar de las garras de este loco.